jueves, 25 de junio de 2015

Aprendiendo de los maestros: Durero

Sobre Durero (Adán). 2015. Polvo de grafito, difumino y lápiz. 29,7 x 42 cm
Después del dibujo de Perugino, me atreví a probar con Durero. Hace mucho tiempo que me interesa la obra de este artista del Renacimiento alemán. En especial, el díptico de Adán y Eva del Museo del Prado de Madrid que tuve la oportunidad de contemplar hace unos pocos años. El museo hizo una restauración muy rigurosa de esta obra y, gracias a las nuevas tecnologías, descubrió el dibujo subyacente a las capas de pintura al óleo. La expresividad tan especial de esta pintura proviene precisamente de la transparencia del dibujo matizada a través del óleo.

De manera que definí un fragmento e hice el dibujo en base a una reproducción fotográfica del dibujo subyacente. Como siempre, el fragmento dibujado tiene el mismo tamaño que en la pintura original.

Durero desarrolló su técnica de dibujo muy influenciado por las nuevas técnicas de grabado en madera y en cobre en que la línea y la sucesión de ellas es el recurso principal para crear contornos y áreas tonales. De manera que son imágenes de una gran vibración por el movimiento reiterado de sus miles de líneas.

Por lo demás, el proceso que seguí es el mismo que para el dibujo de Perugino. Aquí pude definir más la anatomía pues la escala es mucho mayor. También enfaticé mucho más las zonas de sombra y el contorno con lápices 4B y 6B.

El descubrimiento más interesante en este dibujo fue darme cuenta de la velocidad necesaria para cada tipo de línea. Los tramados del brazo, antebrazo y de la mano son conjuntos de líneas trazadas lentamente, adaptándome mentalmente al volumen de la anatomía. De ahí su sutileza y limpieza.

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